Levantaos y brillad

POR ANN M.
DIBB
Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres
Jóvenes
Una de las formas más grandes en que podemos levantarnos y
brillar es obedecer con confianza los mandamientos de Dios.
Es un privilegio para mí compartir esta noche con ustedes.
Cada enero espero ansiosamente el anuncio del nuevo lema de la Mutual. Sin
embargo, siempre tomo un momento para evaluar si he aprendido las lecciones del
tema del año anterior.
Por un momento, repasemos temas recientes: “Deja que la
virtud engalane tus pensamientos incesantemente”1, “Ser firmes e inmutables,
abundando siempre en buenas obras”2, “Sé ejemplo de los creyentes”3,
“Esfuérzate y sé valiente”4, y el decimotercer artículo de fe: “Creemos en ser
honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos
los hombres”5.
El estudiar estos pasajes de las Escrituras y concentrarnos
en ellos durante un año entero ha permitido que lleguen a ser parte de nuestro
corazón, de nuestra alma y de nuestro testimonio. Espero que ustedes continúen
siguiendo esa guía al concentrar nuestra atención en el lema de la Mutual para
2012, que se halla en Doctrina y Convenios.
El encabezamiento de la Sección 115 indica que el año era
1838 y el lugar era Far West, Misuri. José Smith “…da a conocer la voluntad de
Dios concerniente a la edificación de ese lugar y de la casa del Señor”. El
profeta era optimista y estaba animado. En el versículo 5, donde se encuentra el
lema de este año, el Señor le dice: “De cierto os digo a todos: Levantaos y
brillad, para que vuestra luz sea un estandarte a las naciones”.
¿Qué piensan cuando escuchan la palabra levantaos?
Personalmente, pienso en ustedes, la noble juventud de la Iglesia. Las imagino
diligentemente levantándose de la cama cada mañana para asistir a seminario
diario. Las veo levantándose fielmente después de estar arrodilladas haciendo
sus oraciones diarias. Pienso en ustedes poniéndose de pie con valor para
compartir su testimonio y defender sus normas. Me inspira la dedicación que
tienen al Evangelio y sus buenos ejemplos. Muchas de ustedes ya han aceptado
esta invitación de levantarse y brillar, y su luz anima a otras personas a
hacer lo mismo.
Una de las formas más grandes en que podemos levantarnos y
brillar es obedecer con confianza los mandamientos de Dios. Aprendemos de estos
mandamientos en las Escrituras, de los profetas modernos y de las páginas del
librito Para la Fortaleza de la Juventud. Cada una de ustedes debe tener su
propio ejemplar. En mi librito, he marcado las palabraspara y tú, como me
enseñó una querida amiga. Este simple acto me recuerda que estas normas no son
sólo pautas generales, sino que son específicamente para mí. Espero que
dediquen tiempo para marcar esas palabras en su propio librito, que lo lean de
tapa a tapa y sientan el Espíritu testificarles de que las normas son para
ustedes también.
Quizás algunas de ustedes sientan la tentación de ignorar o
descartar las normas de Para la Fortaleza de la Juventud. Quizás vean el
librito y digan: “Ves, mamá, el libro no habla de [pongan el tema de
actualidad]”, o tal vez se autojustifiquen y digan: “Lo que hago no está tan
mal. Por cierto no soy tan mala como [inserten el nombre de una amiga o una conocida]”.
El presidente Harold B. Lee enseñó: “El más importante de
todos los mandamientos de Dios es aquel que les resulte más difícil de guardar
hoy”6. El rey Benjamín explicó: “No puedo deciros todas las cosas mediante las
cuales podéis cometer pecado; porque hay varios modos y medios, tantos que no
puedo enumerarlos”7. Si tienen problemas para guardar estas normas y
mandamientos, las animo a que busquen apoyo en el Evangelio. Lean las
Escrituras; pasen tiempo en el sitio web oficial de la Iglesia, LDS.org, para
encontrar respuestas a sus preguntas. Hablen con sus padres, con sus líderes de
la Iglesia y con aquellas personas que brillan al vivir el Evangelio. Oren;
derramen su corazón a su Padre Celestial, quien las ama. Utilicen el don del
arrepentimiento a diario; sirvan a los demás. Y lo más importante, escuchen y
obedezcan los susurros del Espíritu Santo.
El presidente Thomas S. Monson nos anima a todos con estas
palabras: “Mis jóvenes amigos, sean fuertes… Ustedes saben lo que es bueno y lo
que es malo, y ningún disfraz, no importa cuán atractivo sea, puede cambiar ese
hecho… Si los que supuestamente son sus amigos los instan a hacer algo que
ustedes saben que está mal, sean ustedes los que defiendan lo correcto, aunque
tengan que estar solos”8.
Nuestro Padre Celestial no quiere que nos fijemos en el
mundo y sigamossus tendencias siempre cambiantes. Él quiere que miremos hacia
Él y sigamos Su guía inalterable. Él quiere que vivamos el Evangelio y
queconduzcamos a otras personas al Evangelio al establecer normas elevadas.
Las Escrituras dan muchos grandes ejemplos para ilustrar
esta idea. En el libro de los Jueces, en el Antiguo Testamento, aprendemos
acerca de Sansón. Sansón nació con un gran potencial. A su madre se le
prometió: “…él comenzará a librar a Israel de manos de los filisteos”9. Pero al
crecer, Sansón prestó más atención a las tentaciones del mundo que a la guía de
Dios; tomó decisiones más bien por lo que “[agradaba] a [sus] ojos”10 que por
lo correctas que fuesen esas decisiones. En repetidas ocasiones, las Escrituras
usan la palabra “descendió”11 al relatar los viajes, las acciones y las
decisiones de Sansón. En lugar de levantarse y brillar para cumplir con su gran
potencial, Sansón fue vencido por el mundo, perdió el poder que Dios le había
dado y murió una muerte trágica y prematura.
Por otro lado, las Escrituras dan el ejemplo de Daniel, que
también nació con un gran potencial. En el libro de Daniel, capítulo 6, leemos:
“Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había
en él un espíritu excelente”12. Cuando los desafíos del mundo vinieron a
Daniel, él no miró hacia abajo, al mundo, sino que se levantó y miró hacia el
cielo. En lugar de seguir el decreto mundano del rey, de que ninguna persona
debía orar a nadie salvo al rey por 30 días, Daniel “…entró en su casa, y
abiertas las ventanas de su aposento que daban hacia Jerusalén, se hincaba de
rodillas tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo
solía hacer antes”13.
Daniel no tuvo miedo de levantarse y brillar para seguir los
mandamientos de Dios. Aunque pasó una noche incómoda en el foso de los leones
por defender lo que era correcto, fue protegido y bendecido a causa de su
obediencia. Cuando el rey Darío liberó a Daniel del foso de los leones, a la
mañana siguiente, promulgó un decreto de que todos debían temer al Dios de
Daniel y seguir el ejemplo de fidelidad de Daniel. En verdad, Daniel nos
muestra lo que significa ser un estandarte a las naciones y nunca rebajar
nuestras normas ante las tentaciones mundanas.
He tenido la bendición de oír acerca de muchos ejemplos
actuales de jóvenes, como ustedes, que no tienen miedo de levantarse y brillar,
y dejar que su luz sea un estandarte entre sus compañeros. Joanna era la única
miembro de la Iglesia en su escuela secundaria y la única mujer joven de su
barrio. Se comprometió consigo misma y con el Señor de que nunca diría malas
palabras. Cuando la pusieron a trabajar en un proyecto escolar con un joven que
no tenía ese mismo cometido, ella no disminuyó sus normas; le pidió a él que
respetara y honrara sus valores. Con el tiempo, con muchos recordatorios
corteses y algunos no tan corteses, su amigo formó nuevos hábitos y usó un
lenguaje más limpio. Mucha gente notó la diferencia, incluso la madre del
joven, quien agradeció a Joanna por ser una buena influencia en la vida de su
hijo14.
En una reciente capacitación en las Filipinas, conocí a
Karen, quien compartió una experiencia que tuvo como Laurel mientras estudiaba
para su licenciatura en administración de hoteles y restaurantes. Un profesor
mandó que cada estudiante aprendiera a preparar y degustar la gran variedad de
bebidas que se servirían en sus restaurantes. Algunas de las bebidas contenían
alcohol y Karen sabía que iba en contra de los mandamientos del Señor que ella
las probara. Ante el riesgo de graves consecuencias, Karen encontró el valor
para levantarse y brillar, y no participó de las bebidas.
Karen explicó: “Mi maestro se me acercó y me preguntó por
qué no bebía. Me dijo: ‘Señorita Karen, ¿cómo va a conocer el sabor y aprobar
esta importante clase si por lo menos no prueba las bebidas?’. Le dije que soy
miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y que
como miembros, no bebemos cosas que nos resulten dañinas. Lo que él considerara
necesario hacer conmigo, incluso si significaba que reprobaría la clase, lo
entendería, pero no dejaría de vivir mis normas personales”.
Pasaron las semanas y no se volvió a hablar de aquel día. Al
final del semestre, Karen sabía que su nota final iba a reflejar el haberse
rehusado a probar las bebidas. Ella no quería mirar su nota, pero cuando miró,
se dio cuenta de que había recibido la calificación más alta de la clase.
Ella dijo: “Por medio de esa experiencia he aprendido que
Dios… ciertamente nos bendecirá cuando lo sigamos. También sé que aunque
hubiera recibido una calificación reprobatoria, no lamentaría lo que había
hecho. Sé que nunca fracasaré ante la vista del Señor cuando decida hacer lo
que yo sé que es correcto”15.
Queridas mujeres jóvenes, cada una de ustedes ha nacido con
un gran potencial. Ustedes son hijas amadas de nuestro Padre Celestial. Él las
conoce y las ama. Él las invita a “levantarse y brillar”, y promete que, al
hacerlo, las sostendrá y las bendecirá. Ruego que cada una de ustedes tenga el
valor de aceptar Su invitación y recibir Sus promesas. En el nombre de
Jesucristo. Amén.